jueves, 20 de octubre de 2011

¿Que es la vida?… un frenesí, una sombra, una ficción!


Las inmortales sentencias segismundianas nos retraen a la rapidez de estos días y con la filudez de una espada medieval, nos cercena la certeza de nuestros pensamientos, ese eje sobre el cual gira nuestro mundo conceptual y se expanden las fronteras de nuestro conocimiento; en esencia el cuadrante sobre el cual se levanta eso que asumimos como vida. En principio podría percibirse en ello, vacío existencial y un estado extendido de divagaciones, pero sin duda hay una ventana formidable a las más profundas praderas de nuestra naturaleza.


¿Todas nuestras afirmaciones tienen una base? Algo que sostenga una defensa cerrada de ideas, sentimientos, posiciones “ante” y “sobre”, (lógica la llaman) Si la respuesta es afirmativa, una segunda pregunta estaría en función a su consenso; y es en lo plural y diverso de su respuesta donde se inician los problemas, aquellos que vienen envueltos a la conspiración dramática de don Pedro Calderón de la Barca o el sabio responso matinal de un bohemio enrojecido; para efectos últimos, da igual. Pero es en ese espacio insomne de contradicciones y conflictos, donde tiene su lugar de privilegio… la acción política.


La acción política no es otra cosa más que una vestida acción humana, no deja de ser en esencia un ejercicio simbólico de nuestras propias complejidades o nuestras supuestas seguridades, una prolongación de nuestros egos y una afirmación de nuestras verdades elaboradas, una interpretación de personajes en busca de autores circunstanciales, una buena intención aislada o compartida, una búsqueda de fortunas mal hecha y con mapas gastados.


Y es así que cuando jóvenes, asentimos ante la seducción de este ejercicio, como una necesaria afirmación de nosotros mismos y nos embarcamos en esta aventura, arropados de certezas que vamos dejando en el camino, ya sea por cansancio o por libre determinación de las experiencias digeridas. Entre tanto somos la pólvora mas seca de viejos cañonazos que cruzan la quietud imposible de los cambios y orgullosos estrellamos nuestras vidas contra los muros identificados como enemigos y vaya coincidencia, casi siempre los muros son de carne y también son a veces pólvora.


Dejando la metáfora y embeleso literario, lo cierto es que las nuevas generaciones de políticos no se distancian mucho de las anteriores y posiblemente de las futuras: En escenarios marcados por la evolución natural; la acción humana es a la vez acción política y anhelo de bienestar. (De servir o ser servidos) y es a la vez el juego permanente de la confrontación y del conflicto; como en la guerra, no hay paz, ni armisticio, sin vencidos o vencedores claros, lo cual dadas las “verdades” ideológicas y el elemento pasional de la edad, resulta en una infructuosa idea de concertación que jamás supera el fragor de la lucha política.


Y es sobre la lucha política, sobre lo que trata la vida, y la política es en un correcto sentido una extensión de ella, un ejercicio puro de libertad compartido por una comunidad, pero en esencia de carácter individual, es una acción de certezas sostenidas en la base misma de la comunidad, donde se establecen códigos y lenguajes propios para interpretar la realidad, para sostenerla y para asistirla de todos esos recursos que la historia de la humanidad a parido o en otros casos abortado. Entonces cabe preguntar: ¿Cuál es la comunidad política a la que pertenecemos y cuales son nuestros códigos y más aún, nuestras certezas?

Si tenemos una respuesta afirmativa, solo diré que ya estamos viejos; pero si no tenemos una respuesta, no hay de que preocuparse, no dejamos de ser actores políticos y aunque no identificada, si tenemos una comunidad que tiene el signo y el lenguaje de una generación, una generación que puede llevar el apellido del bicentenario y el alma de la libertad.


Y como en toda lucha, hay rivales y hay bandos contrarios… cabe también la pregunta: ¿Contra que luchamos? Y en este sentido si me parece sustantivo que identifiquemos contra que luchamos y no contra quien, que resulta ser la más floja, cadente y rústica de los causas para una lucha. No peleamos contra personas, peleamos contra verdades, peleamos contra deseos, peleamos contra vicios, peleamos contra la miseria que habita en nuestra propia existencia… En cierto modo, podemos asumir que peleamos contra lo peor de nosotros mismos. Esa es nuestra lucha y esa es nuestra eterna guerra.


En el inicio de un gobierno asistido por pasiones y obnubilaciones, creo con firmeza que nuestra lucha política esta entrando a una fragorosa etapa de alineamiento y de carga y recarga; sin embargo creo que en la euforia de su desarrollo, estamos descuidando ese primer frente que viene a ser el del cuestionamiento propio; esa primera línea de combate que nos enfrenta a nuestras propias certezas, aquella que nos hace realmente oficiales y nos trasciende al soldado raso, brindándonos con ello la responsabilidad de dirigir y de decidir en función al honor. Asumiendo cada una de nuestras decisiones con libre responsabilidad, venciendo en primer lugar nuestros propios vicios humanos, ya que finalmente, la política no es perfecta, porque sencillamente el ser humano no es perfecto y en ese proceso, bien podríamos decir: ¿Qué es la política? ¡Un frenesí, una sombra, una ficción, que toda su verdad es pequeña y que la realidad es sueño, y los sueños, sueños son!

*Escrito para la RENAPJ en el marco del VII ENAP realizado en Pucallpa en inicios de Octubre.
































jueves, 27 de enero de 2011

CUENTOS DE CORRUPCIÓN





Leía una entrevista hecha a  don Cesar Hildebrandt Pérez Treviño, y luego lo veía citado en un foro de actores políticos jóvenes, donde se le presentaba como adalid de una lucha frontal contra la corrupción, leo el diario donde se nos presenta como el campeón en falsificación de dólares y noto con triste convicción que no es más que un reflejo de lo que somos ahora, y en una mañana lluviosa se me da por escribir esto...

Cesar Hildebrandt, un muy cultivado señor que enfundado en su mordacidad y retórica teñida de gala y vulgaridad, se ha convertido hace mucho tiempo en el héroe de una sociedad que busca y persigue un espacio para sus frustraciones, un ídolo de quienes ven en la clase política y en la acción misma de los gobiernos democráticos un motivo de cólera... la voz moral de quienes quieren hacer coro de ella, siempre ante el público, pues en la mayoría de casos no pasa de ser una gran actuación.

La corrupción ha llenado las páginas de todos los diarios y ha saltado de boca en boca, como una recurrencia del diálogo y el cultivo del habla entre los peruanos; es sin lugar a dudas, en asuntos políticos al menos,  el tema más comentado y por decirlo en buen peruano, “el más rajado”  de nuestras eventuales peroratas.

La corrupción como tal es inherente al ser humano, desterrarla es un mito y en perspectiva un ideal utópico, pues responde a la torcida naturaleza humana; es tambien la justificación para los cambios y revoluciones. (Materia de otro post) En buena cuenta solo es posible controlarla para que no haga estropicios mayores en lo público, es decir, en los ciudadanos.

Su origen es antiquísimo y se concibe la corrupción como el acto de corromper y esto en buen castellano, quiere decir: torcer, alterar, cambiar la forma de algo. En ese sentido un matrimonio gay, por ejemplo, es un acto de corrupción, pues se trastoca el sentido de su institucionalidad y origen, pero no deja de ser una innovación, una demanda surgida a partir de intereses naturales de una comunidad determinada, que irrumpe con la violencia de una nueva imagen de sociedad y de mundo.

En el sector público, la corrupción (básicamente en Perú) a cobrado intereses mayores, debido a la difusión que de ella han hecho los medios de comunicación, cada vez más globales y más utilitarios; es un tema que engancha con la abrochada psicología de lo políticamente correcto y se constituye en alimento para esa cultura “alpinchista” que la usa de justificación para petardear todo y llamar a todo personaje incomodo: "corrupto"; sin embargo su presencia es mas bien global y se presenta de diferentes formas, de forma que podemos decir que siempre donde hay Estado, hay corrupción, ese desvío de intereses públicos hacia metas privadas que genera descontento y aprovechamiento de ciertas posiciones de poder, que se tienen y se procuran.

Lamentablemente la corrupción no tiene que ver con sistemas políticos y modelos o partidos, esto es secundario, lo cierto y grave es que responde a actitudes que subyacen a la gestión pública o privada, tiene que ver con ese sentido de oportunidad y de ganancia rápida que se convive con la muy consistente idea de "éxito" que en cierto modo y forma, desarrollamos cada uno en nuestra vida personal, es decir, tiene que ver con personas. Podrán inferir que estas condiciones se dan en todos los niveles, macro, meso y micro. ¿Yo soy corrupto, tú eres corrupto?

Las personas generalmente buscan satisfacer sus necesidades (las cuales pueden ser infinitas) y para ello buscan oportunidades, el trabajo ya no es un medio que una persona "inteligente" emplearía para tener dinero y aventajar a los demás... ahora solo basta ser "pendejo" o "vivo"  ¿Cierto?

Concluyendo, puedo decir que la corrupción es inherente al ser humano y solo es controlable. En lo público solo es posible, cuando hay personas buscando satisfacer necesidades e intereses; esto se agrava cuando esas necesidades se satisfacen mediante dinero público, lo cual en buena cuenta es un robo a los contribuyentes, es decir a ti y a mi.

la corrupción a nivel privado, solo afecta a los recursos privados de quien guarda y protege un patrimonio, sea de un sol o de mil millones; infelizmente con la existencia del estado, no puede haber corrupción privada, pues esta siempre se hará en contubernio con el sector público, quien hace y da las leyes por donde circulan nuestras vidas.

 Ahora, sacarle la vuelta a las leyes no es novedoso, es una de las manifestaciones de la corrupción y se refleja en una sociedad reñida con las leyes e inmadura en términos de ciudadanía, demás esta decirlo, con un sistema de justicia ridículamente estructurado y compuesto.

Con todo ello, la mejor forma de controlar la corrupción no pasa por creas sistemas anticorrupción y tener voceros de la transparencia en los medios; no se controla con reformitas analgésicas que distraen bajo el termino de la "sensibilización" y no apuntan a operar este sistema político, extirpando mucho de su gran volumen burocrático, lento, torpe, ineficiente y altamente corrupto. La solución es pues, reducir el tamaño del estado para mejorar el control ciudadano y hacerlo más eficiente; no terminaremos con la corrupción pero al menos podremos controlarla más... lo otro y más situado en el largo plazo es reformar nuestro sistema de justicia y cambiar las actitudes ciudadanas. Empecemos con las nuestras y que el futuro nos depare una sociedad con personas respetuosas de la libertad y que valoren el trabajo y el esfuerzo como única estrategia para tener éxito, por ahora eso es complicado.

Y así todavía algunos alucinados quieren crear más ministerios y nos atarantan con su promesa de acción gubernamental, para combatir la corrupción... bah! 

domingo, 23 de enero de 2011

Matrimonio gay... entre el robo y la dignidad.



“Esa es una loca…idea”  podrían decir muchos al comentar y apreciar una intención insurgente de matrimonios gay. Razón quizás tengan aún a desconcierto de ellas, o bien puede solo ser una expresión de intolerancia instintiva a lo que se considera poco natural.

 Y vaya que a la luz de la historia, un matrimonio gay no es natural, a lo sumo eran amantes...

Sin embargo, la naturaleza se transforma, como todo aquello que es dinámico en el tiempo, el hombre es el más grande transformador de la historia, y no siempre esas transformaciones suelen ser positivas, pero sin duda son inevitables. Estas pueden darse por reordenamiento natural o por violencia y rompimiento acelerados.

En estos avatares se encuentra el asunto en mención, en un vorágine de cambio impulsado desde las renovadas ideas de libertad y cuasi anarquía que hace del individuo una imprecisa condición de mente libre y deseos infinitos, que se sienten en la cresta de una nueva ola que entierre las de Toffler; la ola del alpinchismo; esa malforme estación de nuestra línea evolutiva que se nutre de hartazgo y flojera mental, episodio cruel de ese consumo que nos seduce y nos maltrata con la misma facilidad de un click.

Retornando al asunto en mención; el matrimonio desde su concepción etimológica, y en ese mismo sentido hasta ahora, nos presenta un vínculo entre la madre y su calidad de ser tal en cuanto a una sociedad, del latín "mater", que significa "madre", y "munium", que quiere decir "función, cargo". En el derecho romano y hasta antes de las revoluciones liberales y el principio de igualdad, se concibe en su forma heterosexual, pues responde a su fin y construcción institucional. Ese es su origen natural y que busca ser ahora transformado, intención justificada en cuanto a pretensión de libertad particular, pero reñida con la esencia misma de la dignidad.

Dignidad, porque quien asume un camino, debe ser consciente de sus parajes con sus riesgos y peligros, con sus bondades y maldades, El matrimonio nació con un fin y sus connotaciones y reglas son claras; cambiarlas es destruirlas y despreciarlas como tal. Es irrumpir abruptamente y quebrar la institución, arrancarla de su base y secuestrarla para nuestros fines, es pues en clara verdad, un acto indigno.

¿Dónde queda la libertad y el respeto a la voluntad de los homosexuales? Me dirán o quizás ya me están acusando de homofobico o conservador a estas alturas. Pues la libertad está en el sentimiento unificador que se superpone a cualquier institución, en la igualdad que supone una unión de hecho y en un marco civil, en la vida que puedan concertar a partir de los sentimientos, necesidades o intereses que la pareja pueda tener.

De otro modo y ausente esa dignidad, una pretensión de matrimonio por encima de todo lo establecido, vendría a ser poco menos que una acción semejante al robo, pues esta ha sido instituida a partir de fundamentos concretos que la hacen propiedad de los alcances que en ella estén considerados. Yo creo que quienes deciden por esta opción tienen la dignidad suficiente como para vivir en libertad e igualdad su elección, sin tener que caer al juego rebelde y pillón de arrancarle a una institución su esencia, en nombre de la modernidad y la libertad, creo que tienen la dignidad suficiente y el amor propio de saber que por encima de los formatos sociales, esta eso que supone su elección y vinculo en lo personal. Su deseo de ser felices a su modo, ahora bien pueden renunciar a la dignidad y robar la institución... Finalmente es elección personal.

miércoles, 12 de enero de 2011

Transgresiones de amor...

Mujer, balada nocturna el placer
lamento solitario en mi piel
Esta luna que arde al parecer
trocando la dulce miel en hiel...

Una estación te ha robado el dolor
esposa el silencio, el olvido
poema mucho antes vivido
Viuda alma mía, marchito ya tu amor...

Letra perdida en el funeral
mis ojos no te hallan primor
mi voz es ya un vano clamor,
en tu sordo paseo primaveral...

Muerta estación te pido perdón
es viril mi barba confusa
evocando alguna musa
mujer abdico a un divino don....

Solloza tu nombre mi nombre
plegaria vacía hecha letra
un alma perdida, un hombre
esta nostalgia lenta y pétrea...

Besa el viento la palma obscena,
miradores de olvido, la playa,
extensa ciudad de ostras que penan,
perlas ajenas que la memoria calla...

Gimotea el verso y se arrastra
sus cadenas hirientes le pesan,
mis huesos en ellos gritan, claman.

Dos nombres muertos que se llaman
y la piel en desuso se muestra
escondiendo esta pena nuestra...



Descubranme en la secreta inocencia de la culpa y en la capa fría de esta noche solitaria que me lleva a la falta y a su juicio. 


Huánuco. Enero 2011

viernes, 7 de enero de 2011

CULPABLE...



Que piedad divina, me colgó de huesos lentos, 
dibujó infiernos en mi suerte ajena,
puso en mis manos barro y me sopló vientos, 
furiosa tempestad y magra pena...

Los pies me los hizo de hierro y sueños, 
las nubes albas se olvidan que tengo alma, 
jamás para el paria hay hogares, 
jamás alegría, solamente pesares...

Nunca pedí vagar por esta historia, 
ni voz, ni manos, ni pies, ni aliento, 
jamás urgar debí en el sentimiento, 
ni pretender alzar ojos a la gloria....

Que espinas sembré mientras abría, 
surcos fúnebres creyéndolos alegría, 
Morir quiero, y ser de mi oscura chacra,
olvido, quietud y tierra oscurecida...

Cuando la palabra se esconde bajo la lluvia, no queda rincón en el alma capaz de guarecer la pena de quien la expone a su propia vergüenza...


Escultura: La culpa, Florencia/Italia 

domingo, 2 de enero de 2011

Los caminos del pasado, del futuro y del 2011

Este año ha comenzado en el Perú, como el primero de la segunda década del Siglo XXI, acompañado además de una extraña conjunción de hechos que configuran su historia y la de nuestras vidas, generándose así una serie de paisajes que atrapan nuestra atención y sugieren nuestra acción, paisajes que nos tienden la invitación y casi la obligación para ir caminando por ellos…

Se nos presentan así muchos caminos para andar lo que resta de nuestra historia, todos pueden ser igualmente sugerentes y atractivos, pero sin embargo hay algo que los hace diferentes y que tiene que ver con la orientación de los mismos; si, esa orientación que parece imperceptible pero que termina siendo la continuidad y l epilogo de nuestra historia personal.

Uno de esos caminos tiene el horizonte fijo en las grandes maravillas del pasado, la historia que nos abriga los fríos momentos de una realidad que nos pesa y enferma, la historia que nos inculca una marca gloriosa, cuyo mejor sello es el “todo tiempo pasado fue mejor” y es así que nos invade una sensación tradicionalista y revivímos lo que suponemos fue grande y mejor; el incanato y su legado, los héroes y sus hazañas, las tradiciones y sus manifestaciones, la geografía y sus encantos; somos pues así, gratos hijos de las cosas y personas que fueron y que han dejado en sus huellas, una estela de orgullo y nostalgia. Como no verse tentados a ir andando por ese camino y alimentando la añoranza para que pueda ella sostenernos ante la realidad que asfixia en este tiempo. Según lo hayamos decidido creer.

Otro camino es aquel que pone los ojos en  aquello que nace en la ilusión, en el deseo, en los anhelos imprecisos de materialidad, en la idea de lo que aún no es y cuyos detalles de su realidad concreta son apenas aproximaciones inciertas  y se vuelven entonces,  trochas que deben ser mejoradas. Un camino que busca una visión, y que seduce con la promesa de lograr lo imaginado, un camino cruzado de riesgos y esperanzas que invita a soñar y a actuar, un camino que muestra también paisajes pasados y que a pesar de la distancia suelen ser claros y sin embargo conducen a otro lugar.

Este camino es agreste, por ello es un reto y un imperativo cuestionamiento a lo que somos y queremos ser, se requiere entonces de valentía, libertad, imaginación y constancia.

Finalmente tenemos el camino practico del día a día, aquel que nos presenta los arboles verdes de la distracción y tras ellos una señal que marca los anteriores, un camino que se confunde a veces con los caminos del pasado y con aquellos que llevan al futuro pero que suele conducir sin perspectiva al instante mismo de lo cotidiano, ni es agradable ni desagradable, es aquel que andamos cuando estamos desganados o cuando estamos eufóricos, es el atajo inconfundible del circulo y el retorno; es la intención que sigue a una impresión y puede ser un vigoroso vehículo al futuro, si así lo deseamos, o una ruta en bajada a la nostalgia y/o rabia del pasado.

Es en este inicio de año, será muy importante pensar en esos caminos, ahora que discutimos si el año debe tener el sello oficial de Arguedas o de Machu Picchu, de los submarinos o de los petroaudios, ahora que la víspera de una elección presidencial nos pone a juicio y con ello nuestra responsabilidad.

Y no precisamente por lo que se ponga en el sello oficial, se orienta nuestro andar individual; pues el Perú no es un sello histórico ni colectivo permanente; el Perú es lo que hacemos y dejamos de hacer, el Perú es aquel lugar por donde camina nuestra actitud y nuestra acción diaria como ciudadanos libres, es el resultado de lo que somos y hacemos, es cambio permanente. Yo elijo para mi, el camino de la esperanza y el riesgo que me conduzca a ese lugar donde viviré el resto de mi vida. Yo elijo caminar por la ruta del futuro y llegar feliz y libre al bicentenario.  


Elijan ustedes su camino y sean felices en este inicio del 2011

martes, 28 de diciembre de 2010

La justicia del "alpinchismo"...

Ayer, pude atestiguar una vez mas la inmensa "tolerancia" y "agudeza critica"  que acompaña el discurso de muchos defensores de la justicia y el estado de derecho; quienes embotados de ese ego fantasmal, orientan sus filudas zarpas hacia quienes se ubican en el cuadrante errado de lo que suelen llamar el sistema.

Ricardo Vásquez Kunze, columnista regular de Peru21, fue esta vez la víctima de estos justicieros anónimos de las redes sociales quienes desplegaron toda la artillería de epítetos y adjetivos imaginables para alguien que llevaron al nivel de un salvaje; -¡ley de la jungla noooo!,-aullaron. ¡Uso desproporcionado de la fuerza! sentenciaron.

El crimen de Vasquez Kunze, fue publicar en su columna, un hecho; que a juzgar sin moraletas gazmoñeras, es muy usual en muchos lugares. Un vecino procura el descanso vespertino y en medio de ello se percata que un grupo de adolescentes, están rodando los skates, por las renovadas baldosas de un parque próximo, se dirige a ellos y les indica que no esta permitido hacer eso ahí y que vayan a otro lugar, a lo cual reciben como respuesta un muy aplaudido, ¡A mi que me importa…No jodas tío! ¡El parque es público! Dijo otro. A lo cual el hombre víctima de la evidente ira, patea el skate de uno de ellos.

El asunto de todo ello es que la justicia de las redes sociales es tan huérfana  de evidencias que vayan mas allá de las impresiones que se generan a partir de un catalizador “alpinchista” que `parece estar en el ADN de las nuevas generaciones y que precisamente se emana desde los grandes gurús de las redes sociales, quienes desde la cómoda posición de observador juzgador, arremete a la primera insinuación de cuestionamiento a su statu quo.

No se trata de avalar la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones o de conjurar proporcionalidades entre ellas, se trata de reflexionar en torno a las bases sobre las cuales se esta construyendo la institución ciudadana de los próximos años, se trata de rescatar el sentido de orden y responsabilidad en el ejercicio de la libertad dentro de un espacio compartido que nos hace vecinos de este país, se trata de cuestionar la relevancia que se le da a los derechos y la desatención de los deberes, se trata de asumir una actitud que conjugue la libertad y el respeto a los demás, como una marca adherida a nuestra cultura… Eso es finalmente el deseo de un ciudadano libre que anhela un mejor país y con mejores personas.

No pretendo defender a Kunze, pero al menos entender el sentido de su “incorrecta” pero sincera reflexión a partir de esto actos cometidos, no por niños irracionales, sino, por adolescentes muy racionales que un poco más y se orinan en tu delante a sabiendas de la impunidad que la cultura “alpinchista” de este tiempo caótico y de cambio incierto le brinda a su novel arquitectura mental.

Después nos quejamos porque tanta delincuencia, pillo, timador, asaltante, pendejo, corrupto y tanta otra sabandija anda suelta por ahí.