Que piedad divina, me colgó de huesos lentos,
dibujó infiernos en mi suerte ajena,
puso en mis manos barro y me sopló vientos,
furiosa tempestad y magra pena...
Los pies me los hizo de hierro y sueños,
las nubes albas se olvidan que tengo alma,
jamás para el paria hay hogares,
jamás alegría, solamente pesares...
Nunca pedí vagar por esta historia,
ni voz, ni manos, ni pies, ni aliento,
jamás urgar debí en el sentimiento,
ni pretender alzar ojos a la gloria....
Que espinas sembré mientras abría,
surcos fúnebres creyéndolos alegría,
Morir quiero, y ser de mi oscura chacra,
olvido, quietud y tierra oscurecida...
dibujó infiernos en mi suerte ajena,
puso en mis manos barro y me sopló vientos,
furiosa tempestad y magra pena...
Los pies me los hizo de hierro y sueños,
las nubes albas se olvidan que tengo alma,
jamás para el paria hay hogares,
jamás alegría, solamente pesares...
Nunca pedí vagar por esta historia,
ni voz, ni manos, ni pies, ni aliento,
jamás urgar debí en el sentimiento,
ni pretender alzar ojos a la gloria....
Que espinas sembré mientras abría,
surcos fúnebres creyéndolos alegría,
Morir quiero, y ser de mi oscura chacra,
olvido, quietud y tierra oscurecida...
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