
Quisieran todos los soles de mi cuerpo entonces, brillar hasta arder entre las púas de ese instante; quebrarme, inmaterial y etéreo, romper los cercos de esa mágica circunstancia y sembrar torrentes nuevamente, sobre los ríos secos de nuestra historia, a suerte de piel liquida infinita, saciar la sed de un cronos exhausto, navegar en silencio confundiéndonos por un instante; profanador y profanada...
Me esculpen mausoleos las combas dulces de tu voz lastimada, me cuentan historias imposibles sobre la cabeza felina de una almohada robada, y la revoltosa legión de emociones encuentra calma en el tierno susurro de la mañana, rebuscándose entre los hilos del sol, alguna que pueda, cerrar las heridas de la hermosa noche y alejarme de la tumba, mientras los golpes del corazón bailen un tango, con los golpes de tu voz entrecortada...
Entonces, vuelta la luz material del día y las comparsas ajenas de una nueva mañana, me inquieta encontrarme sujeto a tu suspiro, siendo este apenas una brisa a la nostalgia colgada, una pena alimentada por mis ojos de hechicero, una triste ecuación de amor, rencor y desolación... entiendo entonces que mis respuestas siguen ocultas, entre la vergüenza sus dudas y mis culpas...
Tingo María, Noviembre 2010
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