miércoles, 17 de noviembre de 2010

Inquietudes...

Me inquita la inmerecida risa de tu boca, la sombra perfumada de tus cabellos negros sobre mi espacio; Me extraña y me asombra cada pequeña excusa, su incesante tejer de segundos, sus velas rotas nuevamente remendadas, la sutil intención de cruzar, el río muerto de nuestra historia...



Quisieran todos los soles de mi cuerpo entonces, brillar hasta arder entre las púas de ese instante; quebrarme, inmaterial y etéreo, romper los cercos de esa mágica circunstancia y sembrar torrentes nuevamente, sobre los ríos secos de nuestra historia, a suerte de piel liquida infinita, saciar la sed de un cronos exhausto, navegar en silencio confundiéndonos por un instante; profanador y profanada...



Me esculpen mausoleos las combas dulces de tu voz lastimada, me cuentan historias imposibles sobre la cabeza felina de una almohada robada, y la revoltosa legión de emociones encuentra calma en el tierno susurro de la mañana, rebuscándose entre los hilos del sol, alguna que pueda, cerrar las heridas de la hermosa noche y alejarme de la tumba, mientras los golpes del corazón bailen un tango, con los golpes de tu voz entrecortada...



Entonces, vuelta la luz material del día y las comparsas ajenas de una nueva mañana, me inquieta encontrarme sujeto a tu suspiro, siendo este apenas una brisa a la nostalgia colgada, una pena alimentada por mis ojos de hechicero, una triste ecuación de amor, rencor y desolación... entiendo entonces que mis respuestas siguen ocultas, entre la vergüenza sus dudas y mis culpas...






                                                                                                           Tingo María, Noviembre 2010



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