viernes, 30 de abril de 2010

La Felicidad y la Psique Libertaria





Las celebraciones y efemérides han existido como alternativa a un predecible olvido inherente a los grandes acontecimientos que se van sucediendo en la historia personal y colectiva de la raza humana. Se convierten en hitos agradables o desagradables a los cuales nos ofrecemos en circunstancial medida y nos presentan la alegría o la tristeza de su momento.

El día de mañana 30 de Abril los psicólogos, o quienes formalmente así se denominan, como toda comunidad identificada con sus patrones sociales, rememora y reivindica para si misma, ese día; y según los códigos comportamentales que se aplican al hombre y a las sociedades, seguramente convocará a todos quienes se sientan identificados con ella a una reunión, ceremonia, ágape, cena, almuerzo, etc. Siendo por ello, para la comunidad, un motivo de alegría. ¡Felicidades!

¿Felicidad? Esa palabra tan citada, tan convocada, tan esperada por todos; tiene un valor subjetivo que además se nutre de formidable complejidad teórica; y se siente, con tanta simplicidad práctica y para efectos de este articulo, asumo como tesis que es además, la razón que orienta la vida de todo ser humano, que se yergue como la más alta aspiración individual y debiera ser la fuente inalienable de las cosas derivadas de la acción humana, en uso pleno de su valor supremo: “La libertad”.

Es en esta tesis donde cito dos aparentes razones contradictorias en el ejercicio de libertad de las personas, siendo entonces: Individualmente libres y socialmente controlados, a simple vista podría notarse un conflicto desastroso que nos alejaría de la libertad y por ende de la felicidad, digamos: “Mi libertad individual sujeta a una necesidad me insta a destilar orines en la vía pública, pero no puedo porque eso esta prohibido”; ¿Se notó el conflicto?, Y que es lo que usualmente se hace; se rompe el control social y se cumple el deseo personal. ¿Eso les suena o les parece conocido?.

Cuando los titulares diarios relatan la miseria moral de nuestro pueblo, cuando las protestas y la corrupción son saludos permanentes de nuestra lectura y atención informativa; cuando nos indignamos y culpamos a todo el mundo de lo que pasa y no vemos nuestro porcentaje propio de culpa, cuando nos quejamos de todo y nada hacemos por remediar algo, cuando llamamos corrupto al policía y sonrientes bajamos y le dejamos las monedas en la mano, cuando sabemos que algo esta mal, pero aún así lo hacemos. Ahí están las tremendas contradicciones, el conflicto más grande que debemos resolver.

Una vieja historia cuenta que cuando Alejandro el Grande, avanzaba por Grecia en su fantástica conquista del mundo, se encuentra con el celebre Diógenes y este, irreverente y sabio le dice al conquistador: “Vos sois el siervo de mis siervos” refiriéndose a que Alejandro ha conquistado casi todo el mundo conocido de esa época y sin embargo no ha conquistado, al miedo, la lujuria, la ira, la envidia, Conquistas que no dependen de nadie, más que de uno mismo y sin las cuales no podremos resolver nuestros conflictos.

Es aquí donde la psicología tímidamente se presenta como referencial técnica e instrumental, como elemento sustancial de una formula inacabada para resolver y/o manejar nuestros conflictos y aunque todavía lejos de un rol más protagónico en este proceso, ya tiende a resaltar el valor de las actitudes en nuestra libertad para el manejo de nuestros conflictos. Ello todavía en el nivel individual, ¿Pero en el nivel social? En la creación de ese puente que vincule la libertad individual y el control social; debemos cambiar precisamente una actitud más, desarrollar la más importante; la actitud ciudadana, aquella que por sentirme parte de algo me hace compartir concientemente la alegría o la tristeza del conjunto; aquella que me da la conciencia de los limites de mi libertad individual y nos presenta al ciudadano, aquel que cumple las normas básicas de coexistencia en una gran comunidad, con la libertad de hacerlo o no, pero con la conciencia de saber que consecuencias se derivan de nuestras decisiones y acciones.

Esta actitud ciudadana, solo puede generarse con información, y con la seguridad de sentirse plenamente libres, identificados con nuestra comunidad, y asumiendo con valor y contando con la certeza de saber que nuestra comunidad arrastra vicios, frustraciones, resentimientos y odios.




Esos siervos que ya Diógenes conquistara en su momento y que ni el mismo Alejandro Magno había podido conquistar, porque siempre había centrado sus observaciones y luchas afuera, sin saber que las peleas y las batallas, como todo en la vida, empiezan en uno, con nosotros mismos y con nuestra racionalidad y conciencia como campo de batalla. Esa es la batalla permanente de nuestra vida y créanme, la victoria es la FELICIDAD.

Es por eso que hoy, cuando la pequeña gran comunidad de psicólogos celebre su hito asistido a la efeméride, seguramente también reflexionará sobre sus batallas que aún quedan por pelear y junto a quienes estén dispuestos a conquistar la libertad y la felicidad, Quizá quieran convertirse en generales de un gran ejército de ciudadanos que busquen su libertad, que peleen la batalla de nuestra historia peruana, que se involucran en la resolución de nuestros grandes conflictos y que ayuden a cambiar, pesimismo por optimismo, queja por propuesta, acusación por acción, hipocresía por sinceridad dura. Esclavitud por libertad.

Estamos rumbo a celebrar el Bicentenario de nuestra independencia, lleguemos todos los peruanos, libres realmente a ella, que ese sea nuestro hito final, donde ya no tengamos excusas para olvidar lo triste y banalizar lo alegre. Ese es mi deseo en este aniversario de la psique.

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